miércoles, 28 de enero de 2015

La Guerra del 36



En julio de 1936 mi abuelo Narciso tenía 26 años; se había casado con Leonila hacía poco más de tres años, una vez finalizado el largo servicio militar que había que cumplir en aquéllos tiempos. En abril de 1934 había nacido su primera hija, Constantina, y en febrero de 1936 la segunda, María Begoña.

Narciso era el quinto de un total de 10 hermanos: 3 mujeres y 7 varones; los cuatro hermanos mayores, ya casados, hacía tiempo que se habían ido de Huérmeces; de los cuatro varones que aún vivían en el pueblo, Narciso era el mayor y el único que estaba casado. Aún así, tuvo que ir a la guerra, junto con el hermano siguiente, Bernardo, dos años más joven.



Mi abuelo Narciso, al licenciarse del servicio militar, San Sebastián, febrero de 1933
 
Aunque Huérmeces quedaba lejos del frente, el estallido de la guerra afectó en mayor o menor medida a la totalidad de sus habitantes. Más a los que tuvieron que ir al frente, pero para los que se quedaron en el pueblo tampoco resultó fácil el día a día.

La guerra estalló cuando aún no habían comenzado las labores de siega, por lo que la partida al frente de varios vecinos trajo consigo que sus familias tuvieran que contratar mano de obra externa (criados, como se llamaban entonces).

Ese fue el caso de Leonila, que necesitó de criados para acabar con las labores de cosecha de ese año y de los dos siguientes. También contó con la ayuda de su hermana Lucía, que había enviudado tres años antes.

Para las labores domésticas y el cuidado de las dos pequeñas hijas, tuvo la suerte de que su sobrina Victoria, hija de su hermana Eladia, acudiera en su ayuda desde Olmos de la Picaza.

Durante las primeras semanas de la guerra, en varias ocasiones, corrieron por el pueblo rumores que hablaban de que una columna de mineros procedentes de Barruelo de Santullán (Palencia) se aproximaba a la zona. Aunque resultaron infundados, dichos rumores ocasionaron que los vecinos se afanaran en esconder sus viandas en las cercanas cuevas de Valdelebrín.

Narciso fue destinado al Regimiento de Artillería Ligera nº 11, radicado inicialmente en Burgos. Pasó a formar parte, como artillero segundo, de la 44ª batería del regimiento.


Los 4 cañones Schneider 75/28 de la batería en la que sirvió Narciso; cuartel de San Gregorio (Zaragoza), junio 1938

Al poco de iniciada la guerra, partió hacia el frente de Madrid, combatiendo por el control del túnel ferroviario de Somosierra, cuya construcción se estaba completando entonces.

A partir de la primavera de 1937, su regimiento fue destinado a la campaña del Norte. Allí, en las cercanías de Bilbao, otro hermano suyo, Angel (1) había combatido en el bando contrario. Y allí también, un coche le pasó por encima a Narciso y estuvo 20 días hospitalizado, debatiéndose entre la vida y la muerte.

No obtuvo su primer permiso hasta finales de octubre de 1937, cuando cayó el frente del Norte. En Burgos, pudo reencontrarse con mi abuela apenas por unas horas.

El siguiente destino importante de su regimiento fue el frente del Ebro, combatiendo en Mequinenza y la Terra Alta entre julio y noviembre de 1938. Entre diciembre de ese año y febrero de 1939 luchó en la ofensiva de Cataluña y, ya en la recta final de la guerra, su último destino fue Paterna (Valencia).


Certificación de servicios: firmada por Pedro González Cantero,
 capitán de la 44ª batería (Lérida, 20 agosto 1938)

Durante los casi tres años que duró la guerra, Narciso escribió casi diariamente a su mujer. Desgraciadamente, hace cuarenta años, una limpieza del desván de la casa se llevó por delante las cajas en las que se guardaban los centenares de cartas del abuelo; solo se han conservado tres, todas ellas enviadas desde el Cuartel de San Gregorio (Zaragoza), y fechadas entre mayo y junio de 1938.


Certificación de servicios: firmada por Manuel Montesinos Gómiz (2),
 capitán de la 44ª batería  (Paterna, 1 mayo 1939)

En cuanto a fotografías, sólo se conserva una en la que aparecen los cuatro cañones Schneider 75/28 con que contaba la 44ª batería. La instantánea, probablemente, data de junio de 1938, y estaría realizada en las cercanías del citado cuartel de San Gregorio.

Cuando vuelve al pueblo, ya licenciado, en junio de 1939, conoce por fin a su tercera hija (Carmen) cuando esta tiene ya 10 meses de edad. Ese año, mis abuelos, por fin, pudieron recoger la cosecha juntos.

Licenciamiento de Narciso, expedido por el Gobierno
 Militar de Valencia (2 junio 1939)

Mi abuelo, con el paso de los años, comenzó a tener algún problema de audición, algo que siempre achacó a los tres años pasados en el arma de artillería. Menos suerte tuvo su hermano Bernardo, que quedó ciego al estallar uno de los cañones que manejaba durante unas prácticas de tiro.

La guerra terminó y la vida de mis abuelos volvió a su cauce. Esto es, al duro trabajo de siempre. Sin apenas maquinaria, trabajando de sol a sol, en espera de tiempos mejores. Llegaron tres hijos más (Jesús, José y Elisa), pero con el paso de los años ninguno se quedó en el pueblo. Resultó irremediable la llamada de los destinos clásicos del éxodo rural de los años 60 (País Vasco, Cataluña, Madrid y Alemania). La rama familiar de labradores se extinguió con Narciso y Leonila.


Maria Begoña, Carmen y Constantina, las tres hijas de Leonila y Narciso, verano de 1940


NOTAS:


(1) Su hermano Angel fue capturado por las tropas rebeldes en los primeros días de la guerra, en una acción desarrollada en el límite entre Vizcaya y Alava. Tuvo que pasar seis años en el Penal de San Cristóbal (Pamplona), como muchos otros combatientes del bando republicano. Aún hoy, 75 años después, es posible reconocer su firma en dos de las paredes interiores del penal, con fechas 27-9-1940 y 4-5-1942. En octubre de 1942 fue trasladado a la Prisión Central de Burgos y de ahí al penal de Valdenoceda. Fue puesto en libertad el 17 de agosto de 1943. Fijó su residencia en Barcelona.

Fuente: "El Fuerte de San Cristóbal en la memoria: de prisión a sanatorio penitenciario", Francisco Etxeberria, Koldo Pila, Elisa Querejeta; Pamiela; Pamplona 2014

(2) Manuel Montesinos Gómiz (Alicante, 20 mayo 1905, 26 mayo 1990): se licenció de su carrera militar, con el grado de capitán, el 31 de mayo de 1939, después de que su batería resultara condecorada colectivamente (Medalla Militar). Fue alcalde de la ciudad de Alicante entre los años 1946 y 1949, así como procurador en las Cortes de Franco.

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