martes, 5 de mayo de 2015

Tres hermanas



Aquel día, las tres hermanas, de diez, ocho y seis años de edad, acudieron a la escuela más ilusionadas que de costumbre, con sus mejores galas, ya que sabían que vendría el fotógrafo. Y en aquellos tiempos, un fotógrafo no venía todos los días.

La vuelta a la escuela ya era un motivo suficiente de alegría. Atrás quedaban los duros días de verano en los que, a pesar de su edad, alguna ya había tenido que ayudar a sus padres en las tareas del campo.


La mayor, mientras sus padres trabajan en el campo, lleva la casa, incluido el cuidado de su hermano pequeño, de poco más de tres años de edad; la mediana ayuda en la labores de casa y, en verano, también en las del campo; la pequeña va por agua a la fuente, acompaña a su madre a los lavaderos de Atarrío, lo que haga falta.

Más atrás quedan los días en que, junto con el resto de sus compañeras y doña Jesusa, la maestra, fueron a coger cornavarios para adornar el altar dedicado a la Virgen. Pobres de ellas si don Félix consideraba que eran escasas las flores recogidas... Pobres de ellas si se les ocurría faltar al Rosario de la tarde o entrar en la iglesia en manga corta...

Don Félix, siempre don Félix. Treinta años de párroco en Huérmeces. Treinta años que marcaron a toda una generación.

¿Cuales serían los sueños e ilusiones de aquellas tres niñas en aquel Huérmeces de la postguerra? ¿Ver el mar? ¿Ir a la capital? ¿Hacer la primera comunión? ¿Las fiestas de San Juan? Conviene recordar que en aquellos años ni las navidades ni las comuniones ni los cumpleaños eran sinónimos de avalancha de regalos.

Seguramente ni se les pasaba por la cabeza que, con el paso de los años, ninguna de las tres viviría ya en Huérmeces. Ninguna sería labradora, como lo habían sido sus padres, sus abuelos y varias generaciones anteriores.

Si observamos el mapa de España que aparece como telón de fondo de la fotografía, en el valle del Ebro y Cataluña se vislumbra el rótulo “Grandes industrias”. Y ese sería el sino de gran parte de la población rural de los años venideros: la emigración a las ciudades, a sus “grandes industrias” y abundantes servicios.

La mayor, apuntando a un lugar indeterminado del globo terráqueo, sería la primera en abandonar el pueblo, con catorce años. En 1958, ya con 23, partió definitivamente, para no volver nunca más.

La mediana, con el libro de lectura “Escudo Imperial” en sus manos, partiría poco después que su hermana mayor.

La pequeña, con “Héroes” en las suyas, tardaría unos años más, pero también terminaría por irse de Huérmeces.

Ni ellas ni la mayor parte de sus compañeras de escuela se quedarían en el pueblo. Algunas se irían a estudiar fuera, otras se casarían con no labradores, o con labradores que acabarían también por unirse al masivo éxodo rural que comenzó a finales de los años cincuenta y tuvo su punto álgido a principios de los sesenta. El País Vasco, Cataluña, Madrid o la capital provincial, con su incipiente polo de desarrollo, serían los lugares de residencia definitivos para gran parte de aquellas niñas.

Y algunas volverían al pueblo sólo unas semanas en verano y, quizás, muchos años después, a pasar en él parte de su jubilación.




Libros escolares de lectura que aparecen en la fotografía:



“Escudo Imperial”, Antonio J. Onieva, Hijos de Santiago Rodríguez, Burgos (1937)

“Héroes”, Antonio J. Onieva, Hijos de Santiago Rodríguez, Burgos (1938)





Antonio Juan Onieva Santamaría (Pamplona, 1886; Madrid, 1977): Prolífico pedagogo, periodista y escritor. En su haber constan multitud de obras de teatro, novelas, biografías, obras históricas, guías turísticas, traducciones, obras pedagógicas y, sobre todo, textos escolares. La mayor parte de estos últimos publicados por la editorial burgalesa Hijos de Santiago Rodríguez. Cabe recordar que el apellido ‘Santamaría’ es propio de la ciudad del Arlanzón, por lo que tal vez nuestro autor mantuviese vínculos familiares con esta ciudad. Estudió Derecho y Magisterio y más tarde se convirtió en inspector de Primera Enseñanza (1914). Fue destinado primeramente a Asturias, siendo el primer director del recién creado diario “La Voz de Asturias” (1923). Llegó a ser presidente de la Asociación de la Prensa de Oviedo. En esta etapa colaboró frecuentemente en el diario gijonés “El Noroeste” y perteneció al Partido Reformista de Melquíades Álvarez.

Entusiasta partidario de la Institución Libre de Enseñanza, todo cambió pocos años antes de la Guerra Civil, hasta el punto de que Onieva acabaría por convertirse en decidido valedor del régimen nacional-católico. Consta que en 1937 ya era delegado nacional del SEM (Servicio Español del Magisterio: el sindicato vertical de los maestros durante el periodo franquista). 


Hijos de Santiago Rodríguez: Considerada la librería más antigua de España, fundada en 1850 por un veinteañero con inquietudes culturales, Santiago Rodríguez. Años más tarde se lanzó al negocio editorial, montando una imprenta en un taller cercano a la librería; comenzó a publicar sobre todo obras relacionadas con la educación: enciclopedias y cuadernos escolares, así como los famosos Cuentos de Calleja. Generaciones de españoles, sobre todo desde los años 30, han estudiado con la Enciclopedia Universal Hijos de Santiago Rodríguez, y con las célebres cartillas 'Amiguitos', una especie de 'Cuadernos Rubio', con las que aprendió medio país en la segunda mitad del siglo pasado.
En 1960, la librería se mudó desde Laín Calvo a su actual emplazamiento en la Plaza Mayor, un impresionante local de dos plantas y 350 metros cuadrados, y ahí siguen en la actualidad, la sexta generación de libreros Rodríguez, dedicándose al noble oficio de vender libros 163 años después de Santiago. La imprenta se cerró en 1980. (resumen del reportaje firmado por José Antonio Guerrero, titulado “La librería que nació con el sello”, aparecido en “El Correo” el 4 de junio de 2013)

La antigua librería de Hijos de Santiago Rodríguez, en Laín Calvo, fotografiada a principios del siglo XX


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