lunes, 19 de octubre de 2015

Primera Comunión en Huérmeces, mayo de 1968



Aquel domingo de mayo se celebró en Huérmeces una de las últimas comuniones “comunitarias”: Jesús, José Luis, José Francisco y José Luis. Mayoría absoluta de Joses en los nombres de los chavales, como era usual en aquellos años.

En una de las fotos, don Emilio, el maestro, posa a la entrada de la iglesia con los cuatro primero-comulgantes.



En la otra, media generación masculina aparece detrás de uno de los celebrantes: José Enrique, Francisco, Salvador, Alfonso, César, Ramón, Sabino, Jacinto, Carlos y Raúl. Abunda el pantalón corto, habitual hasta que cumplías los catorce años.

Poco más de diez años más tarde, sólo uno de aquellos chavales continuaría viviendo en el pueblo.


Las calles antes de su encementado, el pilón de abajo, en un espacio al que se denominaba plaza, enmarcada por las casas de Julio, Bienvenido, Emilio, Benjamín, Daniel y Rodrigo, y vigilada por el ojo de buey de la casa del cura.

Casa que acababa de estrenar inquilino, ya que pocos meses antes había llegado un nuevo cura, don Santos, que sustituyó a otro de paso efímero, don Celestino.

Las celebraciones, sobra decirlo, tenían poco que ver con las que acontecen en nuestros días. Una comida en casa, y con invitados exclusivamente dentro del ámbito familiar más cercano: abuelos, padres, hermanos y, como mucho, los tíos y primos de Burgos. Y los regalos, los justos, en consonancia también con los tiempos que corrían.

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