domingo, 19 de febrero de 2017

Eléboro, la flor de invierno



En una tierra con un clima tan poco propicio para alardes florales, llama poderosamente la atención que, a mediados de enero o incluso mucho antes, exista una especie vegetal que ose exponer sus flores al invierno castellano. Se trata del eléboro o heléboro fétido (Helleborus foetidus).

Es cierto que su floración no es muy llamativa ni en color ni en forma ni en tamaño, por lo que sus flores, de un verde pálido y con el hábito de mirar hacia el suelo, pasan casi desapercibidas para el profano. A lo más que llegan, en ocasiones, es a teñir sus ápices de un leve purpúreo.


Eléboro fétido en Cotillos (Huérmeces); se aprecia la forma peculiar (cuerno) de sus frutos


En nuestra comarca, suele florecer de enero a marzo. Dadas sus querencias forestales, esta temprana floración obedece al intento de aprovechar lo más posible la luz del sotobosque, antes de que broten las nuevas hojas en árboles y arbustos.

Floración temprana aparte, el eléboro es una planta perenne, de cepa leñosa, con unos tallos que pueden alcanzar los 80 cms de altura, y unas hojas palmeadas de color verde oscuro, que contrastan con el tono verde pálido del resto de la planta. El aroma general que exhala la planta es, como su propio nombre indica, más bien desagradable.

Eléboro fétido en Los Prados (Quintanilla Pedro Abarca); aún en flor


El fruto es un folículo (entre 2 y 4 por flor), que termina en un pico de hasta 1 cm, con numerosas semillas negras en el interior que tienen un eleosoma blanco (un tipo de aceite) que atrae a las hormigas.

La virtud más llamativa del eléboro fétido es, sin embargo, su alta  toxicidad, quizás la más peligrosa de las plantas espontáneas de la comarca. Probablemente, su olor desagradable le ha servido desde tiempos ancestrales para que los animales herbívoros la respeten.



Tanto es así que, en la Edad Media, el eléboro era utilizado para emponzoñar las puntas de flechas que armaban arcos y ballestas. De ahí otra de sus acepciones: yerba de ballesteros.

Su nombre genérico deriva del griego helleboros: de helle (dañar) y bora (comida), haciendo referencia a lo perniciosa que puede resultar su ingesta. Su nombre específico, foetidus, no necesita mayor explicación.

Eléboro fétido en flor medrando en la pared norte de la iglesia de Foldada (Aguilar de Campóo)


Su amplia distribución por casi toda la Península Ibérica se traduce en la profusión de nombres comunes con que se conoce al eléboro fétido: acolecho, agüero, baladra, baladre, ballesta, ballestera, berfa, castellada, chavera, chígüero, chigüero, cornivario, cornivarios, crujía, cuernitos, eléboro, eléboro fétido, eléboro negro, eléboro no legítimo, eleborastro, flor de culebra, flor del veneno, garbanzos-de-lobo, habas-de-lobo, heléboro, heléboro fétido, heléboro verde, helleborastro, hierba alobada, hierba ballestera, hierba de ballesteros, hierba de la ballestera, hierba de la culebra, hierba del alobadado, hierba del alobado, hierba del alobodado, hierba de los ballesteros, hierba llavera, hierba venenosa, llabera, llaberón, llave del año, llavera, marihuana, marihuana de los tontos, mata de los tontos, navarro, ornavario, palònia borda, pie de grifón, pie de grifo, quitalocura, raíz de culebra, sagüerro, tóxico, vedegambre de Moncayo, vedegambre fétido, vedegambre negro, vedegambre silvestre, vedegrambre fétido, veneno, verdegambre negro, vileño, yerba de ballesteros, yerba de ballesteros negra y no legítima, yerba del alobado, yerba de los porrazos, yerba llavera, yerba venenosa.

 

Eléboros en Monasteruelo (Ros)
Dado que el eléboro fétido comparte hábitat con la peonía, es comprensible que se produzca una cierta confusión en la nomenclatura de ambas especies. Por ejemplo, en comarcas cercanas, al eléboro se le denomina ornavario o cornivario, términos muy cercanos al cornavario con el que en Huérmeces y alrededores se conoce a la peonía. Hay que tener en cuenta que tanto el fruto de la peonía como el del eléboro presentan un ápice alargado asimilable al concepto de cuerno (corni). Por tierras más lejanas, en Cataluña, al eléboro se le denomina palònia borda (falsa peonía). 

No muy lejos de la comarca (páramos de Masa y Sedano) crece otra especie del mismo género, el eléboro verde (Helleborus viridis), de hábitos mucho más montiscos que el fétido. Sus flores son más llamativas y su porte general de menor tamaño.

Debido tanto a su floración temprana como a su resistencia a las heladas, está muy extendido el uso de eléboros como plantas ornamentales, aunque bajo la forma de variedades seleccionadas para tal fin, con floraciones y foliaciones más llamativas.

En Huérmeces encontraremos eléboros en prácticamente la totalidad del término: en las orlas de los montes de encina, en las laderas de páramos y vallejos, en terrenos secos y pedregosos, en fondos de valle, en setos y matorrales, incluso en las cercanías de antiguas escombreras y vertederos…







Antiguos usos del eléboro fétido, descritos en viejas farmacopeas y medicina popular, hoy totalmente desaconsejables:



British Entomology, John Curtis (1824)

Contiene un tóxico cardiaco denominado heleboreina, así como la saponina glucosídica heleborina, de propiedades drásticas. Debido a los alcaloides presentes en su raíz, se considera útil para reducir la presión sanguínea en casos de hipertensión. Contiene glicosidos similares a los que contiene la dedalera (Digitalis purpurea); la raíz es antihelmíntica, cardiaca, catártica, diurética, emética, emenagoga, irritante, muy narcótica y bastante purgante. Se ha usado en el tratamiento de desordenes nerviosos e histerias.  Resulta tóxica para el ganado que la consume, manifiestando síntomas semejantes a los humanos.













Phytographie Medicale, Hoquart (1821)
Purgante violento y tóxico para el corazón, muy temido por los médicos; en polvo, penetra en las fosas nasales, provocando vehementísimos estornudos; absorvido, produce dolor de estómago, vómito, ansiedad, debilidad pulsativa y hasta la muerte. En fuertes intoxicaciones, produce confusión mental, entumecimiento de los miembros, hipotensión, calambres, parada cardiorespiratoria y muerte. Incluso se han mencionado casos de intoxicación en personas que han bebido la leche de ganado vacuno que comió esta planta. La intoxicación viene producida por los glucósidos cardiotónicos que actúan sobre el corazón y las saponinas, que ejercen su función tóxica sobre el aparato digestivo.









Stinking Hellebore, Ros Yates (2014)
De lo dicho se induce que en modo alguno deberá usarse esta planta en medicina casera o familiar. En veterinaria, su uso era muy extendido en otros tiempos: en la Maragatería leonesa, los pastores la utilizaban para liberar a sus animales de enfermedades epidémicas: atravesaban una aguja por las orejas del ganado lanar, introduciendo en las heridas una fibra de la raíz de esta planta. Produce dolor de estómago, nauseas, vómitos, diarreas, dolores de cabeza.  En uso externo, el contacto con la piel produce un enrojecimiento de la misma, llegando a derivar en lesiones cutáneas más graves con la aparición de ampollas.











Obras consultadas:

Plantas medicinales. El Dioscórides renovado. Pío Font Quer. Editorial Labor, Barcelona (1961)



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